jueves, 1 de enero de 2009

El hombre de las 64 casillas...Bobby Fischer

No soy un genio del ajedrez, soy un genio que juega al ajedrez.

CAMPEÓN DEL MUNDO
El encuentro con Spassky se celebró en Reykjavík, Islandia. Despertó una extraordinaria atención en todo el mundo. Y no sólo por su carácter deportivo. También fue visto como un encuentro político (en plena guerra fría y con intervención directa del entonces Secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger). Fisher perdió la primera partida y la segunda por no presentarse. Parecía que Spassky retendría el título para el ajedrez soviético pero Bobby venció en la tercera. La cuarta partida fue tablas y desde la quinta se impuso rotundamente el Gran Maestro estadounidense. Después de un tenso desarrollo, Fischer venció a su rival tras 21 partidas (Spassky abandonó la partida decisiva mientras su contrincante dormía en el hotel) y se coronó campeón mundial el 31 de agosto de 1972 con un total de 7 partidas ganadas, 3 perdidas y 11 tablas. Ha sido el primer (y hasta el momento el único) estadounidense en conquistar el título.

Desafortunadamente, en la práctica, este momento culminante también marcó el fin de su carrera. Desde entonces, no volvió a jugar ninguna partida oficial durante su reinado y, cuando en 1975 tuvo que defender el título frente al aspirante Anatoly Karpov, planteó exigencias inaceptables para la FIDE, la cual lo despojó del título por incomparecencia y proclamó campeón a A. Karpov.

Desde entonces y hasta 1992 no volvió a jugar en público y llevó una vida retirada y excéntrica.

PROBLEMAS LEGALES

En septiembre de 1992, aceptó participar en un encuentro de exhibición conmemorando los 20 años de su enfrentamiento con Spassky (ya nacionalizado francés), que había de tener lugar en la antigua Yugoslavia, finalmente en Montenegro. Volvió a vencer a su antiguo rival y se embolsó el premio de 3 millones de dólares que había ofrecido un magnate yugoslavo. Pero este encuentro tendría repercusiones políticas. En 1992, Belgrado estaba bajo el bloqueo del gobierno de los Estados Unidos, y la acción de Fischer fue considerada en su propio país como un acto de traición y fue puesto en la lista de fugitivos del FBI y de la CIA. Entonces, Fischer desapareció de nuevo.


El 13 de julio de 2004, Fischer reapareció en público cuando, mientras pretendía ir a Filipinas desde Japón, fue detenido en el aeropuerto internacional de Narita por usar un pasaporte que el gobierno de los Estados Unidos había cancelado. Las autoridades japonesas le recluyeron en espera de resolver el problema suscitado por la petición de extradición de Estados Unidos. El 15 de diciembre de ese mismo año, el gobierno islandés aceptó darle asilo político a Fischer en ese país, para así escapar a la extradición a Estados Unidos, y ordenó su traslado inmediato a Reykjavík, donde podría recibir una nueva ciudadanía. A pesar de las presiones del gobierno estadounidense, el 9 de marzo de 2005, aún encarcelado, recibió un pasaporte islandés como regalo por su 62.º cumpleaños. El 21 de marzo, el parlamento islandés aprobó conceder la ciudadanía islandesa a Bobby Fischer, con 40 votos a favor y dos abstenciones, y tres días después, tras 8 meses detenido, fue puesto en libertad y deportado a Islandia, calificando a George W. Bush de criminal y al primer ministro japonés Jun'ichirō Koizumi como títere de Bush.

A su llegada a Reykjavík fue aclamado como un héroe por una multitud de seguidores. Desde entonces intentó vivir tranquilo en Islandia, donde fue considerado todo un ídolo. Incluso se dice que en una ocasión, llegó a llamar a una televisión islandesa para dar el resultado de una jugada de ajedrez, con el único fin de hacer saber al resto del mundo que seguía vivo y con sus capacidades mentales intactas.

SU MUERTE

Bobby Fischer falleció el 17 de enero de 2008 en un hospital de Reykjavík a la edad de 64 años, (la misma cantidad de cuadros que tiene un tablero de ajedrez), tras una larga enfermedad no especificada. Las primeras noticias sobre su fallecimiento fueron facilitadas por la Radio Nacional de Islandia al día siguiente. Fuentes médicas hablan de un fallo renal como posible causa de la muerte.

A pesar de haber nacido en el seno de una familia judía en Nueva York pidió ser expresamente enterrado según el rito católico. El P. Jakob Rolland, de la Diócesis de Reykiavik, presidió su funeral en Laugardaela, pequeña población a cincuenta kilómetros de la capital. Sólo su amiga japonesa Miyoko Watai y otras cuatro personas asistieron al sepelio.

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