viernes, 29 de enero de 2010

Artículo por el que Juan José Millás ha obtenido el premio Don Quijote de Periodismo.

Un adverbio se le ocurre a cualquiera
29/01/2010

Hemingway cobraba los artículos por palabras. A tanto el término, lo mismo daba que fueran adjetivos que sustantivos, preposiciones
que adverbios, conjunciones que artículos. No recuerdo de dónde saqué esa información, hace mil años (cuando ni siquiera sabía quién era Hemingway), pero me impresionó vivamente. En mi barrio había una tienda de ultramarinos, una mercería, una droguería, una panadería, una lechería… Pero no había ninguna tienda de palabras. ¿Por qué, tratándose de un negocio tan lucrativo, como demostraba el tal Hemingway? Para vender leche o pan, pensaba yo, era preciso depender de otros proveedores a los que lógicamente había que pagar, mientras que las palabras estaban al alcance de todos, en la calle o en el diccionario.

Imaginé entonces que ponía una tienda de palabras a la que la gente del barrio se acercaba después de comprar el pan. Sólo que yo las vendía a precios diferentes. Las más caras eran los sustantivos, porque sustantivo, suponía yo, venía de sustancia. Si la sustancia de una frase dependía de esta parte de la oración, lo lógico era que valiera más. Después del sustantivo venía el verbo y, tras el verbo, el adjetivo. A partir de ahí, los precios estaban tirados. Cuando un cliente, en mis fantasías, compraba tres sustantivos, le reglaba cuatro o cinco conjunciones, para fidelizarlo. Mi padre, que era agente comercial, utilizaba mucho el verbo fidelizar. ¿De dónde, si no, iba a sacar yo esa rareza gramatical? En mi tienda imaginaria había también un apartado de palabras inexistentes, para gente caprichosa o loca. Aún recuerdo algunas: copribato, rebogila, orgáfono, piscoteba, aguhueco, escopeja…

El negocio imaginario iba bien. Todo el mundo necesitaba mis palabras. Al poco de inaugurar la tienda tuve que contratar dos empleados porque no daba abasto. Luego compré el piso de arriba para ampliar el negocio, pues llegó un momento en el que la gente me pedía también frases. Puse en el sótano un taller con cuatro gramáticos que se pasaban el día construyendo oraciones. Las había de muchos precios, claro. Las frases hechas eran las más baratas. Recuerdo, entre las que tuvieron más éxito, en boca cerrada no entran moscas y no rascar bola, pero a mí me gustaban mucho también leerle a alguien la cartilla, ser un hueso duro de roer, chupar cámara, pelillos a la mar, o mi sastre es rico. El precio de las frases aumentaba a medida que resultaban menos comunes, o más raras. Por alguna razón que no llegué a entender, había mucha demanda de frases absurdas. Me duelen los zapatos, por ejemplo, los espejos fabrican harina orgánica, o las cremalleras son menos sentimentales que los botones. Con el tiempo tuve que crear un departamento dedicado de manera exclusiva a la construcción de frases absurdas.

La idea de la tienda de palabras y frases me resultó muy liberadora, pues siempre pensé que ganarse la vida era condenadamente difícil. El mayor miedo de mi infancia era el de acabar en una esquina, vendiendo pañuelos de papel. Un día que mi madre, tras suspirar con expresión de lástima, se preguntó en voz alta qué iba a ser de mí, le dije que no se preocupara, pues había decidido que iba a poner una tienda de palabras. Tras meditar unos instantes, me dijo que eso era un disparate y que debía poner mis energías en cuestiones prácticas. Ahí acabó mi sueño de vender palabras. Luego, de mayor, comprobé que los anuncios por palabras constituían un capítulo muy importante en la cuenta de resultados de los periódicos. Pero no le dije nada a mamá, para que no se sintiera culpable.

De todos modos, acabé viviendo de las palabras. No tengo una tienda abierta al público, tal como soñaba entonces, pero me levanto por las mañanas, las ordeno en un papel, las envío al periódico o a la editorial y me pagan por ellas. A tanto la pieza. Una pieza es un artículo. El término pieza se utiliza también entre los cazadores para denominar a los animales abatidos. La semejanza es correcta, pues escribir un texto se parece mucho a cazarlo. De hecho, con frecuencia se nos escapa. La otra noche, en la cama, con los ojos cerrados, pasó volando por mi bóveda craneal un artículo estupendo. Me levanté, cogí un cuaderno que tengo en la mesilla, apunté con el bolígrafo, pero la pieza había desaparecido. Desde la utilización masiva de los ordenadores, contamos los artículos por palabras. Éste que están ustedes leyendo tendrá unas 4.700. Puedo calcular a cuánto me sale la palabra y decir que cobro en plan Hemingway. Pero me sigue pareciendo mal que me paguen lo mismo por un sustantivo que por un adverbio. Un adverbio se le ocurre a cualquiera.

miércoles, 4 de noviembre de 2009




"Una luna en cuarto creciente sube por encima de los mástiles. Hasta donde alcanza la vista, en la noche aún no cerrada, el mar -y una sensación de calma, una melancolía poderosa surgen entonces de las aguas. Siempre me he serenado en el mar y esta soledad infinita me hace bien por un momento, aunque tenga la impresión de que este mar arrastra hoy todas las lágrimas del mundo."

lunes, 9 de marzo de 2009

Nadine Stair - Instantes

Si pudiera vivir nuevamente mi vida.
En la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho
tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría
más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería
más helados y menos habas, tendría más problemas
reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente
cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría de tener
solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos;
no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin termómetro,
una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas;
Si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres
y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante.
Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.


jueves, 1 de enero de 2009

El hombre de las 64 casillas...Bobby Fischer

No soy un genio del ajedrez, soy un genio que juega al ajedrez.

CAMPEÓN DEL MUNDO
El encuentro con Spassky se celebró en Reykjavík, Islandia. Despertó una extraordinaria atención en todo el mundo. Y no sólo por su carácter deportivo. También fue visto como un encuentro político (en plena guerra fría y con intervención directa del entonces Secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger). Fisher perdió la primera partida y la segunda por no presentarse. Parecía que Spassky retendría el título para el ajedrez soviético pero Bobby venció en la tercera. La cuarta partida fue tablas y desde la quinta se impuso rotundamente el Gran Maestro estadounidense. Después de un tenso desarrollo, Fischer venció a su rival tras 21 partidas (Spassky abandonó la partida decisiva mientras su contrincante dormía en el hotel) y se coronó campeón mundial el 31 de agosto de 1972 con un total de 7 partidas ganadas, 3 perdidas y 11 tablas. Ha sido el primer (y hasta el momento el único) estadounidense en conquistar el título.

Desafortunadamente, en la práctica, este momento culminante también marcó el fin de su carrera. Desde entonces, no volvió a jugar ninguna partida oficial durante su reinado y, cuando en 1975 tuvo que defender el título frente al aspirante Anatoly Karpov, planteó exigencias inaceptables para la FIDE, la cual lo despojó del título por incomparecencia y proclamó campeón a A. Karpov.

Desde entonces y hasta 1992 no volvió a jugar en público y llevó una vida retirada y excéntrica.

PROBLEMAS LEGALES

En septiembre de 1992, aceptó participar en un encuentro de exhibición conmemorando los 20 años de su enfrentamiento con Spassky (ya nacionalizado francés), que había de tener lugar en la antigua Yugoslavia, finalmente en Montenegro. Volvió a vencer a su antiguo rival y se embolsó el premio de 3 millones de dólares que había ofrecido un magnate yugoslavo. Pero este encuentro tendría repercusiones políticas. En 1992, Belgrado estaba bajo el bloqueo del gobierno de los Estados Unidos, y la acción de Fischer fue considerada en su propio país como un acto de traición y fue puesto en la lista de fugitivos del FBI y de la CIA. Entonces, Fischer desapareció de nuevo.


El 13 de julio de 2004, Fischer reapareció en público cuando, mientras pretendía ir a Filipinas desde Japón, fue detenido en el aeropuerto internacional de Narita por usar un pasaporte que el gobierno de los Estados Unidos había cancelado. Las autoridades japonesas le recluyeron en espera de resolver el problema suscitado por la petición de extradición de Estados Unidos. El 15 de diciembre de ese mismo año, el gobierno islandés aceptó darle asilo político a Fischer en ese país, para así escapar a la extradición a Estados Unidos, y ordenó su traslado inmediato a Reykjavík, donde podría recibir una nueva ciudadanía. A pesar de las presiones del gobierno estadounidense, el 9 de marzo de 2005, aún encarcelado, recibió un pasaporte islandés como regalo por su 62.º cumpleaños. El 21 de marzo, el parlamento islandés aprobó conceder la ciudadanía islandesa a Bobby Fischer, con 40 votos a favor y dos abstenciones, y tres días después, tras 8 meses detenido, fue puesto en libertad y deportado a Islandia, calificando a George W. Bush de criminal y al primer ministro japonés Jun'ichirō Koizumi como títere de Bush.

A su llegada a Reykjavík fue aclamado como un héroe por una multitud de seguidores. Desde entonces intentó vivir tranquilo en Islandia, donde fue considerado todo un ídolo. Incluso se dice que en una ocasión, llegó a llamar a una televisión islandesa para dar el resultado de una jugada de ajedrez, con el único fin de hacer saber al resto del mundo que seguía vivo y con sus capacidades mentales intactas.

SU MUERTE

Bobby Fischer falleció el 17 de enero de 2008 en un hospital de Reykjavík a la edad de 64 años, (la misma cantidad de cuadros que tiene un tablero de ajedrez), tras una larga enfermedad no especificada. Las primeras noticias sobre su fallecimiento fueron facilitadas por la Radio Nacional de Islandia al día siguiente. Fuentes médicas hablan de un fallo renal como posible causa de la muerte.

A pesar de haber nacido en el seno de una familia judía en Nueva York pidió ser expresamente enterrado según el rito católico. El P. Jakob Rolland, de la Diócesis de Reykiavik, presidió su funeral en Laugardaela, pequeña población a cincuenta kilómetros de la capital. Sólo su amiga japonesa Miyoko Watai y otras cuatro personas asistieron al sepelio.

miércoles, 22 de octubre de 2008

La Blogothèque

La Blogothèque

Calle, improvisación, sorpresa, risas, novedad, voces, gente, fusión, libertad, instrumentos, ritmo, espontaneidad, directo, inventos...
Éste sería mi braimstorming sobre La Blogothèque. Una web de origen francés, creada a partir de un simple blog, que se dedica a ofrecernos magia. Ellos lo denominan concert à emporter, take away show o concierto para llevar. Su objetivo: desnudar la propuesta del artista haciéndola así más autentica, más real o más sentida.

Lo cierto es que los diferentes grupos (unos 90 aprox.) que han pasado por las cámaras de estos franceses, realizan pequeñas performances en los sitios más variopintos. Ya clásica es la actuación de Arcade Fire en un ascensor, pero también se puede disfrutar de un acústico de R.E.M. en el salón de su casa (!), de The Divine Comedy en el parque, de Architecture in Helsinki en el patio de un barrio o de los increíbles vídeos de Beirut, quienes utilizan el mobiliario urbano a modo de instrumento. Ahí van algunos de los mejores (bajo mi punto de vista):

Arcade Fire: Neon Bible & Wake up
Beirut: Nantes (!!)
Yeasayer: 2080/Tightrope
The Kooks: Ooh la
Beirut: The Penalty

domingo, 19 de octubre de 2008

Ísland

El índice de natalidad más elevado de Europa + la mayor tasa de divorcios + el mayor porcentaje de mujeres que trabajan fuera de casa = el mejor país del mundo para vivir. Hay algo que tiene que estar mal en esta ecuación. Si se unen esos tres factores –montones de hijos, hogares rotos, madres ausentes–, el resultado tiene que ser la receta para la miseria y el caos social. Pues no. Islandia, el bloque de lava subártico al que se refieren estas estadísticas, encabeza las últimas clasificaciones del Índice de Desarrollo Humano del PNUD, lo cual significa que, como sociedad y como economía –en relación con la riqueza, la sanidad y la educación–, es el mejor lugar del mundo. Podría replicarse: muy bien, pero con sus oscuros inviernos y sus veranos nada tropicales, ¿son felices los islandeses? La verdad es que, en la medida en que es posible medir esas cosas, lo son. Entre otras estadísticas, un estudio académico aparentemente serio aparecido en The Guardian en 2006 decía que los islandeses eran el pueblo más feliz de la Tierra (el estudio posee cierta credibilidad, puesto que llegaba a la conclusión de que los rusos eran los menos felices).

Los datos son abundantes: el país con la sexta renta per cápita del mundo; en el que la gente compra más libros; en el que la expectativa de vida para los hombres es la más larga del mundo, y para las mujeres está entre las más altas; el único país de la OTAN que no tiene Fuerzas Armadas (se prohibieron hace 700 años); el que tiene la mayor proporción de teléfonos móviles por habitante, el sistema bancario que más rápidamente está expandiéndose en el mundo, el increíble crecimiento de las exportaciones, el aire cristalino, el agua caliente que llega a todos los hogares directamente desde las cañerías naturales de las entrañas volcánicas, y así sucesivamente.


Pero ninguna de estas cosas sería posible sin la sólida seguridad en sí mismos que define a los islandeses, y que, a su vez, nace de una sociedad que está culturalmente orientada –como prioridad absoluta– a educar niños sanos y felices, con todos los padres y madres que sea. En gran parte es herencia de sus antepasados vikingos, cuyos hombres se dedicaban sin reparos a saquear y violar, pero, al menos, tenían la coherencia moral de no mostrarse celosos por las aventuras de sus esposas, unas mujeres que se encargaban de alimentar a la familia en la dureza de tundra de esta isla del Atlántico norte mientras los maridos se iban de exploraciones por el mundo durante años.
Islandia, situada en medio del Atlántico norte y con Groenlandia como vecino más próximo, estaba demasiado lejos para que nadie llegara hasta allí aparte de los más obstinados misioneros cristianos medievales. Es un país en gran parte pagano, como les gusta decir a los nativos, sin la carga de los tabúes que tanta inquietud generan en otros lugares.
En una universidad española, una alumna embarazada es poco frecuente; en Islandia, incluso en la Universidad de Reikiavik, que está orientada hacia el mundo de la empresa, no sólo es habitual ver en la cafetería a chicas embarazadas, sino a otras amamantando.

(Adaptación). Reportaje: Islandia. La buena vida, por John Carlin. Publicado el 06/04/2008.


Unos meses más tarde...

El colapso islandés de los últimos días no tiene precedentes en la historia, al menos en tiempos de paz, en función de su rapidez y profundidad. Las cuotas de las hipotecas y otros préstamos se han doblado, los precios han aumentado más de un 30%, casi todos los ahorros se han esfumado, los sueldos están congelados y se prevén despidos masivos. Islandia es la primera víctima del credit crunch, y su catastrófico colapso nos muestra lo importante que es contener rápidamente la crisis para evitar que lo que ha pasado allí pueda repetirse en el resto del mundo desarrollado.

La causa inmediata del colapso de la corona islandesa ha sido el intento desesperado de los especuladores de ponerse a salvo en un momento de incertidumbre financiera. Pero desde luego no ha ayudado la inadecuada respuesta de las autoridades británicas, que han utilizado la legislación antiterrorista para hacerse con los activos de bancos islandeses solventes. Gordon Brown ha amenazado repetidamente con demandar a Islandia y con confiscar todos sus activos en el Reino Unido, demostrando así una aparente incapacidad para distinguir entre activos estatales, activos bancarios y activos pertenecientes a particulares islandeses que no tienen nada que ver con el problema. En la peor crisis de su historia, esto es lo último que el país necesitaba. Puede haber causado la bancarrota de su mayor banco, que era también el último superviviente, empujando así el país hacia el abismo. Esta forma de actuar no es la que uno esperaría de un país europeo y miembro de la OTAN, supuestamente amigo y aliado.

La auténtica tragedia de la presente crisis es su impacto sobre los hogares islandeses. Afortunadamente, las perspectivas a largo plazo son buenas. Islandia tiene recursos naturales por explotar y una población muy bien formada. Saldremos de ésta.

(Adaptación) . ¿Qué ha pasado en Islandia?, por Jon Danielsson. Publicado el 19/10/2008.

viernes, 17 de octubre de 2008

Todo ahora

Jamás habría imaginado yo que nunca tanto dolor habrías podido soportar, aquí sentada sigo pensando que nada entiendo. Que para nada ésto es lo que imaginé. Que prefiero cien mil veces confundirme a obedecer, no pasa nada, sigo pensando que seguiré esperándote. Lamento bien por dentro no haber estado al cien por cien. Me quedé sin talento. Y ahora vuelvo a comprender que somos del momento, y que jamás retroceder. Descuida si voy lenta, no te pongas tu a correr. Te espero donde quieras. Donde quieras yo estaré. Las veces que te abandoné no las recuerdo bien. Descuida si me despedí más de lo suficiente. Espero que no te hayas dado cuenta de lo que dice la gente.

Jamás me he despitado yo tanto. Espérame al volver, que no me encuentro bien. Con la boca llena de sangre no puedo cantar bien. Prefiero subir antes que bajes. No quiero sentirte cuando acabes. No olvides reír si ves que nadie lo hace. Recuerda que ví como quisieron talarme, no olvides matar si ves que alguien se ríe de tí. Siento emocionarme cuando escucho tus gritos buscándome. Lástima que fuera todo un sueño, o quizás no. No lo sé.

Mi corazón le preguntó a mi cabeza qué le duele. Que le piense la tristeza. Que la sangre le sabe rara desde unos días atrás. Le comentó que pregunte por sus venas, que por más que le ha dado vueltas él no le encuentra la respuesta y piensa que vaya a tratarse de una trampa, de una treta. Mente, explícale a tus ojos que se abran bien. Que ante todo no querría enloquecer. Y que se inquiete y que se altere, que le busque la respuesta. El corazón bombea desesperación. Que se atragantan todas mis venas de dolor. Que no merece más la pena tanta pena y compasión. Que el corazón grita un infarto. Que su sangre se condensa y ya está más que harto. Y dime cuál va a ser la manera de poner fin al disparate. De pensar que es fácil. Que seguro saldrá. Y luego ver que nada de ésto sale... Y encontrar la manera de seguir peleando, acostumbrándonos a volver a caer. Porque aunque tragues agua debes seguir nadando, si es que no quieres que te arrastre la corriente. Y para siempre ahogándome en dolor...

Y aquí estoy yo, malherida. A saltos con las piedras, susurro a las esquinas los sueños que me entierran. ¿Por qué nadie me avisó de este daño?. Como actor de una farsa, no me abandona la mala racha. Estoy cansada de ser yo misma quien se queja y estira del nudo a la vez. Muy bien. Dispuesta a darme de hostias con la vida. Ya sé que quien no te la perdona, te la quita.

Y te prometo que no habrá más sufrimiento cuando consiga explicarme esta movida. Te juro por las cosas que más siento que las cosas que más siento están ahora jodidas. Ya me comentó que no le hiciera más favores. Me dijo, "bastarda, ¿no ves que le pones tanto de tu parte y de tu piel, de tu sangre a tus canciones?". Que deje en paz al mundo con sus simples ilusiones. Que está bien así, tranquilo. Que se siente más seguro cuando dices que los mudos son capaces de cantar, cuando dices que los sordos son capaces de bailar. Siempre cuentas que hubo un ciego que te ha visto volar.

Nunca te fijes en la gente. Siempre te cambiabas de acera. Mientes cuando dices que mientes, huyes si viene la primavera. Porque dices que no quieres verte en situaciones tensas, de subidones de amor que te dan asco a la cabeza. Que de repente "te quiero"... y yo qué, ¿quieres que te quiera? ¿No querrás que te quiera?. Buscas perdido en la basura algo, ¿qué quieres que te encuentre?. ¿Juntos? Preguntas ante la duda. Pues claro, ¡juntos hasta la muerte!. ¿Pensabas que dejaría perderte? Nunca. De ninguna manera.

Abro los ojos y me encuentro una tormenta grande. Le pregunto que cómo hizo ella para tirar para alante y de qué rayos se alimentó ella cuando le faltó el aire. Si echó alguna vez de menos algún arcoiris que la consolase y que le contase las cosas diferentes. Que por no ser de colores siempre cae mal a la gente, siempre cae mal a la gente, siempre cae la mala gente. Y llueve y lloro...

¡Y explota la tormenta!. A ver si así me llena de fuerza la cabeza. A ver si me refuerza las cosas que me cuenta, porque es que ya no puedo más. Parece que hay jaleo, disturbios a las puertas del reino de los cielos. Exigiendo clemencia. Me voy que tengo miedo de que me detengan. Pues hace ya algún tiempo que buscan mi cabeza y ahora ya tiene precio. ¿Habrá una recompensa para un ángel necio que me detenga?. Porque del cielo hace ya mucho que bajé. Cambié mis alas por un trozo de papel para escribirte que por qué ya no venías a visitarme como antes solías hacer. Y al ver que no me respondías borré mi nombre de la lista de Yahvé. Le dí mil fuego al cielo para no volver. Y fue entonces cuando comprendí que ya había muerto, y comprendí por que no servía ya de nada el escribir las cartas que yo te escribía. Me convertí en tormenta y muerta me quedé. Sin cielo y sin respuesta. Perder mis alas por un trozo de papel.




Fuimos ángeles en aquel tiempo, con alas fabricadas con el barro de las calles y el corazón destrozado entre las manos. Pronto, el infierno vino al acecho y consiguió pudrir nuestra sonrisa. Comprendimos que el único arma que nos quedaba era no creer en vuestra enrevesada farsa. Ahora, nuestro interior está lleno de tinieblas. No podéis matarnos, ya estamos muertos.

Atacaré con lágrimas de vidrio vuestros cuerpos. Quemaré mis recuerdos cuando esté contenta de olvidarlos. Sus piñones rodarán por siempre y para siempre. Y estaré entonces contenta de olvidaros.

Tres golpes llamarán a tu puerta esta noche. Y tres golpes te invitarán a abandonarla. Marcharé tras las tormentas para contarte. Ahora saboreo el fin en mis labios...

Lamento haber jodido mi momento, pero iba a reventar por dentro aunque no quiera que me cambien de nuevo el corazón...
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